
Es un lujo intermedio entre el más ostentoso e inalcanzable y el más económico y accesible. Su precio no es tan elevado como el de los productos y servicios más exclusivos, pero sigue estando lejos del bolsillo del consumidor medio.
Ese es su principal riesgo: quedarse a medio camino y perderse en el cada vez mayor número de marcas existentes. Las empresas que se encuentran en esta categoría son las que presentan un futuro más incierto: la competencia aumenta y la predisposición de compra de los clientes varía constantemente. Son, por tanto, más vulnerables a los cambios sociológicos y, de repente, pueden dejar de tener significado para sus usuarios tradicionales.
Marcas que aspiran a pertenecer al grupo de marcas de lujo y prestigio, pero, debido a la agresiva competencia a la que se enfrentan, se están viendo obligadas a bajar sus precios y a presentar unas estrategias que recuerdan a las del Gran Consumo; como la de trasladar sus fábricas a China o Vietnam. Esta pérdida de valor y significado irá seguida de una bajada de precios, que se convertirá en el fin de la marca.
Las marcas que no sepan diferenciarse de la competencia con un mensaje claro de lo que hace especial a sus productos difícilmente conseguirán ofrecer un valor emocional superior al precio que solicitan.