La “industria del sexo”

Resulta sencillo localizar este paradigma corporal con la Civilización Occidental (más concretamente con Estados Unidos, e, incluso, con su Los Ángeles).

No resulta vano decir que el trasfondo religioso que da lugar a todo esto sea el protestantismo, el cual -como es sabido- resulta ser una simplificación doctrinal cristiana reducida a la moralidad. Así, en el desarrollo de estas sociedades como eminentemente modernas, no resultará extraño encontrar deformidades armonizadas en la más absoluta hipocresía.

Sólo así es posible que una sociedad sea, al mismo tiempo, puritana y obscena (tal y como las sociedades modernas lo son); y sólo así es posible que una mentalidad moralista proyecte una industria donde el producto comercializado sea algo que ella identifica como «sexo».
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La llamada «industria del sexo» supone ser el negocio que gira entorno a la comercialización de relaciones sexuales, ingenios para la “práctica sexual” y pornografía, generalmente a través de massmedia apoyado en los soportes modernos (TV, cine, video, prensa, internet…)

El desarrollo más monstruoso de esta industria tiene su origen en Estados Unidos, a partir de los años setenta del siglo XX, cuando una «industria del cine para adultos» comienza a ubicarse en San Fernando Valley en Los Ángeles. El negocio del cine «porno» se mimetiza, se solapa y se complementa con el mojigato cine de Hollywood, compartiendo la misma función social y llegando a igualarse en volumen de negocio en el año 2005.

En el caso particular de la “industria del sexo”, su objetivo principal no puede ser más claro: comercializar el cuerpo moderno mientras este sea rentable en términos económicos. Más allá de este objetivo concreto, existe una influencia social importante en ningún caso desdeñable para el proceso globalizador.

No sin motivo se presentará públicamente como una defensa de las libertades individuales y la «liberación sexual». La libertad es la esclavitud, su concepto de «liberación» tiene -al igual que durante la esclavitud de los negros que impuso la élite blanca anglosajona- un precio económico: en este caso, el que impone el “libre mercado” con el cual estos «liberales» se enriquecen.

A fin y al cabo, una industria es una producción en serie a través de máquinas que busca el mayor número de objetos producidos. En el caso de la «industria del sexo», los productos, las máquinas y los objetos comercializados son una misma entidad: el cuerpo humano moderno.

Publicado por empresaenpareja

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