
¿Por qué la Inteligencia Ética?
Tras observar como construyen sus relaciones las empresas y los clientes, hemos llegado al punto de concebir los negocios como un encuentro donde se concreta un intercambio entre personas.
Vemos los negocios como ese espacio y ese tiempo donde se crea la danza entre quienes dan y toman; entre quienes toman y dan.
Y la unidad elemental de ese intercambio, la moneda común, es la VIDA.
Vida de personas empleados, proveedores…- puesta ahí para crear el producto; y vida de personas puestas ahí para alcanzar el recurso económico que les permita adquirir el producto.
Si contemplamos este fenómeno con suficiente distancia, como hace el artista al dar esos dos pasos hacia atrás, veremos que en todos nosotros habitan los dos hemisferios: a veces estamos siendo productores y a veces consumidores. Pero nuestra vida es sólo UNA, porque somos la misma persona quien produce y consume.
Nuestra vida, la única que somos, se expresa tanto a través de nuestro rol de productor como a través de nuestro rol de consumidor. Entonces …
¿Qué ocurre cuando estamos consumiendo algo que nos parece excelente, y a la vez somos conscientes de que produce daños a terceros, o ha sido fabricado por seres humanos en cautividad?
¿Qué ocurre cuando somos conscientes de que la compañía que paga nuestro buen salario y promueve la conciliación de vida familiar y profesional, contamina el agua potable en el Tercer Mundo y paga para que no se sepa?
Ocurre que la VIDA QUE SOMOS entra en conflicto.
Nos sentimos divididos, fragmentados, nos hacemos más débiles, más pequeños. Entristecemos, aunque sea una décima de segundo, pero esa breve pincelada sombría queda en nuestro corazón.
Por ello nos preguntamos:
¿Es posible crear modos de intercambio en los que el hemisferio productor y el hemisferio consumidor se vivan UNO, como UNA es la vida que somos?