Con la intención de mejorar, aprender de la experiencia errada o acertada y reajustar las nuevas decisiones a esta, toda persona analiza sus actos dándole un valor.
Ahora bien, evaluar no es solo recoger datos, estimarlos y adjudicarles un mérito. Se requiere definir por qué se va a hacer (concepto), en que momento y que información se va a obtener (fases y tipos), para que (criterios), por quién (actores), con que técnicas e instrumentos se van a realizar las indagaciones, como va a valorarse lo obtenido (metodología), cuando (temporalización) y cuanto va a costar (presupuesto).
El proceso evaluador
La definición de evaluar es emitir juicios de valor, adjudicar valor y mérito a una intervención, basándose en informaciones empíricas recogidas sistemática y rigurosamente.
Una evaluación será apropiada cuando entre sus características se encuentre el ser fiable, viable y válida.
Fases y tipos de evaluación
- Fase previa: corresponde al periodo de tiempo que antes de evaluar se invierte en definir y concretar los objetivos medibles, los métodos predeterminados y el plan de seguimiento y evaluación.
- Fase inicial: engloba tanto el momento en el que se realiza el análisis de la realidad como cuando se constata que las necesidades e intereses extraídos en el mismo se corresponden con los que presenta el grupo o colectivo con el que va a intervenir, antes de ponerse a ello.
- Fase de ejecución o implementación: es la etapa que se desarrolla durante la intervención, recogiendo y analizando los datos.
- Fase final: se refiere a cuando, después de haberse intervenido, se revisan y comprueban las informaciones recogidas en todo el proceso y se delibera sobre las mismas.