Muchos hemos perdido la ilusión de preguntar.

Ya sea porque los profesores no lo incitan y tantos otros, corriendo detrás de un calendario y un programa, se preocupan mas por lo administrativo que por lo esencial.
Muchos jóvenes temen preguntar por miedo a ser castigados por ello. Y en este contexto vemos como cada día mueren más y más preguntas.
Sin dudas, el mundo hacia el que vamos es desconocido para todos. Imaginar cómo será, por ejemplo, en 14 años es difícil de lograr, aunque ese año 2030 ya está más cerca nuestro que el año 2000. Sin embargo, si las nuevas generaciones –entre ellas la Generación Y y la Z- que ya nacieron en un mundo casi digital o digital fueran estimuladas en el desarrollo de sus capacidades creativas, el futuro sería, casi seguro, un espacio mejor.
¿Cuántas cosas que los jóvenes aprenden en el colegio les serán útiles para su vida?
¿Cómo hacemos para que los jóvenes se animen a tener instinto emprendedor, a dejar atrás la idea de la “seguridad” para sumergirse en la movilidad laboral?
Descubrimiento
Los grandes descubridores han tenido que luchar contra el rechazo de una sociedad temerosa hacia lo nuevo. El sistema educativo español no contempla la posibilidad de equivocarse como parte del proceso creativo. Es por ello que el miedo al fracaso sea una de las barreras más complejas de superar no sólo en la vida de un estudiante sino a lo largo de toda su vida. Si los mayores fuesen verdaderamente conscientes de que una persona que pierde el miedo a equivocarse es una persona que puede experimentar, inventar, cambiar el mundo a mejor, todo sería distinto. Si en vez de que a cada error le siguiera un castigo, el profesor o el maestro lo alentase a seguir intentándolo, estaríamos educando a gente con confianza y seguridad en sí mismos. Pocas herramientas más poderosas para un niño o un joven que la autoconfianza.
Las personas (con la excepción de aquellas personalidades muy fuertes) perderán la poca confianza que ya tienen en sí mismas si permanentemente se penaliza la equivocación. Seguramente, al brindar a los jóvenes las herramientas para crear, para imaginar, para desarrollar los dones que llevan dentro, el mundo que imaginamos puede que se transforme en real.
Todos sabemos que los más pequeños nos hacen sentir más jóvenes de espíritu. Además, ellos pueden ayudarnos a visualizar el futuro. Cuando los padres, profesores, tutores y maestros alientan la creatividad de los niños, descubren lo que ahora confirman los psicólogos: la mayoría de los niños tiene un talento, un don natural, una aptitud (o varias) para una actividad.
Cambio
Los jóvenes creen en el ejemplo de sus mayores no en las palabras. Los jóvenes creen. Todos tenemos algo en común: la necesidad de aprender, de compartir, de crear, de experimentar. De hacer del mundo un lugar mejor.
El peso del entorno no estaba siendo positivo a la hora de hacer que los jóvenes tuvieran que elegir entre el deber y el querer. Entre lo impuesto y su verdadera vocación.
Es un buen momento para hacer nuevamente la gran pregunta de si ¿Estamos educando con un buen ejemplo a las futuras generaciones?